Ella nunca esperó que ese viento se fuera transformando en huracán... le
temía a los vientos, sin embargo le atraían o tal vez era el vértigo del giro en
espiral creciendo en forma incesante, intensa, amenazante.
Era un desafío sentirse en situación de peligro, lo conocido hasta ahora se
iba transformando en agua y no sabía nadar. Le gustaban las luces y le
faltaban certezas por eso a menudo perdía la brújula.
No le atraían
los ríos ya que la tentación de cruzar a la otra orilla provocaba vértigo, lo
que más le fascinaba casi tanto como los abismos era la inmensidad del océano.
Sabía que allí podía perderse en profundos abisales sin saber siquiera donde detenerse, dónde iría a parar, o si moriría en el
intento.
Sumergirse
en el mar le causaba placer a la vez que se apoderaba de ella un gran
estremecimiento. Era como intentar bucear, querer abrir los ojos bajo el agua y
temer ser abrazada por una medusa, sin embargo ese mundo completamente
desconocido seguía siendo una especie de aliciente a continuar en medio de la
nada.
Esa sensación la
había conocido en otros momentos y otras vidas, tal vez en mundos paralelos
donde en vez de océano se internaba en una selva con toda la humedad, el calor,
la lluvia y la latente amenaza de alimañas a las cuales temía.
Más que temor
era horror, horror al encontrar en algún
sitio de la selva un lugar apartado, apacible, donde hubiera un lago en el cual
podría ver su imagen reflejada y no reconocerse como tal, como era ella, como
se había creído y construido hasta ese presente.
Lo peor fue
despertar y ver que estaba sola, que no había sido una mala jugada de su
imaginación, en realidad existía otro mundo y desde ese día no atrevió a
mirarse más en los espejos de agua.
Fernanda Martínez Gadea
Paysandú, 29 de abril de 2011
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Muy buenooo!!!!!... me imaginé una historia para una película, mientras lo leía. Me hizo recordar el estilo de Isabel Allende que me encanta.
ResponderEliminarAbrazo Fernanda
Muchas gracias! Un abrazo!
EliminarLa vida, con una mano nos mastica y con la otra nos florece. En este poema en prosa Fernanda es tan auténtica, que es masticada y florecida al mismo tiempo. Es semilla, lago en flor, doliente y dolida, verde selva, inmensidad.
ResponderEliminarFue el quiebre de la vida, donde no pudo mirar atrás...el camino estaba sembrado del dolor que provocan los abismos...
ResponderEliminarGracias Dalmiro!
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